Los aditivos son sustancias que se añaden a los productos intencionadamente con una función concreta. Podríamos clasificarlos en aquellos en los que su uso es deseable, como es el caso de los conservantes para evitar toxi-infecciones, los antioxidantes para conservar propiedades evitar deterioros o enranciamientos… básicamente está justificado a la hora de alargar la vida útil y mejorar la seguridad.
Y en aquellos con un fin organoléptico (de los sentidos) la cosa empieza a cambiar. Porque habría que preguntarse ¿cuánto es lo necesario en un potenciador del sabor? ¿O de un edulcorante? ¿O de un colorante? Son aditivos que no tienen una función de seguridad, sino que enmascaran las propiedades de alimentos, para hacerlos todavía más apetecibles… Entonces esta parte es más controvertida porque además se suelen usar en alimentos que normalmente no son saludables.
No obstante, no son peligrosos. Desde el punto de vista de hacernos un daño directo, no. Son seguros si se usan en las cantidades y en la forma que está contemplada. Eso no quita una realidad, y es que no todos los aditivos son inocuos. Hay algunos, que concretamente pueden desencadenar problemas de forma indirecta. Los aditivos más polémicos y con los que deberíamos tener una especial atención son:
– E-102, la trartracina, colorante alimentario típico por excelencia (el amarillo de la paella). Muy usado en fideos, arroces… también en helados, en snacks como triángulos de maíz, en algunas mermeladas, mostazas o en cubos de caldo desecado. Después de muchos análisis y estudios se determinó que no hay una relación entre el consumo de colorantes y un cambio de comportamiento en chavales.
– Los nitratos y nitritos, son un conservante que se usa en embutidos y carnes procesadas. Las sales nítricas nos protegen del crecimiento de bacterias patógenas, pero pagamos un ligero peaje por ello. Son una de las razones por la que los embutidos se relacionan con un mayor riesgo de cáncer colo-rectal como nos decía la OMS. Cuando calentamos estos nitritos a gran temperatura, se producen sustancias que son mucho más peligrosas: las nitrosaminas, que sí que son potencialmente cancerígenas. Así que hay que evitar hacer embutidos a la plancha, a la brasa, a la barbacoa…
– Los edulcorantes, ya que en un meta-análisis sobre refrescos light que queda de manifiesto que no se trata de sustancias inocuas, que alteran nuestro apetito, nuestra microbiota, y nos acostumbran a sabores poco convencionales.
– Potenciadores del sabor, como el glutamato de monosodio (E-620/625), que altera mucho el sabor original, luego nos cuesta aceptar y regresar a los umbrales normales. Estos potenciadores se usan por ejemplo en salsas, en pipas…
Por lo tanto, sería un error dejar de comprar unas judías verdes en bote porque tengan un anti-oxidante. O una lata o bote de legumbres que sean saludables. Ahí el aditivo está haciendo un papel importante y no está convirtiendo el producto en menos sanos.
Lo que hay que evitar, es estos productos ultra-procesados, que tienen una retaíla de ingredientes infinita. No porque tengan aditivos, sino porque se están enmascarando un producto que no es sano, independientemente de los aditivos, un bollo no será sano.