La mayoría de los españoles cree que el principal riesgo de sus alimentos son los residuos de pesticidas y las sustancias químicas. Y a su vez que comiendo alimentos ecológicos y orgánicos están comiendo más sano. Pero, ¿es así?
Lo cierto es que no. En términos de seguridad no hay diferencias. En términos de nutrientes, probablemente tampoco. La agricultura orgánica tiene ventajas de sostenibilidad. Pero quien come orgánico o ecológico para mejorar la sostenibilidad podría en su lugar sustituir las carnes por legumbres, por ejemplo. La producción ganadera consume demasiada energía, extensión de tierra y agua y produce demasiadas emisiones. Mi consejo es: come menos animales y más plantas. Esto sería saludable para la gente, para el planeta y para los 800 millones de personas que se van a la cama con hambre porque no tienen qué comer.
En una entrevista al director de la EFSA se le pregunta: ¿Deberíamos preocuparnos por el contenido de fertilizantes o productos químicos en los alimentos? Y su respuesta lo deja claro:
«En Europa, todos los aditivos deben ser evaluados antes de su aprobación. Todos los aprobados están en una lista y deben volver a ser aceptados cada 10 años después de otra evaluación. El riesgo cero no existe, pero en este campo es muy, muy bajo. Los mayores peligros son las intoxicaciones alimentarias, bacterianas y virales. Hay posiblemente millones de intoxicaciones cada año en Europa que se podrían prevenir con higiene y control. En residuos químicos, por ejemplo pesticidas, hemos desarrollado límites máximos de residuos y anualmente hacemos un informe europeo. El último indica que más del 97% de la comida está por debajo del umbral máximo. El 50% no tiene ningún residuo. Solo el 2,4% está por encima. La situación es muy buena. La única duda ahora es la posible acción combinada de productos químicos. La EFSA lleva años estudiando estos efectos aditivos. Junto a Holanda vamos a publicar los dos primeros informes de efectos combinados de residuos de pesticidas en dos órganos humanos, la glándula tiroides y el sistema nervioso. Aún estamos trabajando en ellos y en base a los resultados es posible que haya que reajustar algunos límites máximos».
Así que en lugar de preocuparnos tanto por comer eco (que al final es todo una cuestión de márketing), deberíamos preocuparnos por el problema real y principal que tenemos en Europa: la sobreabundancia de calorías y la epidemia de obesidad que provoca.