El sobrepeso y la obesidad ya no es sólo un problema de salud en los adultos sino que también lo es en los más pequeños.
Los números no engañan
El sobrepeso y la obesidad ya no es sólo un problema de salud en los adultos sino que también lo es en los más pequeños. Considerada la pandemia de nuestro tiempo, las cifras van en aumento. Según los datos de la última Encuesta Nacional de Salud, dos de cada 10 niños españoles tienen sobrepeso y uno de cada 10 sufre obesidad; es decir, el 27,8% de los menores en nuestro país ya presenta algún tipo de problema de peso, que con los años puede desembocar en diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, entre otros.
¿Cuáles son las causas?
Causas hay muchas y muy diversas, vamos a ver alguna de ellas:
- El desconocimiento social sobre el exceso de peso en los niños. Esto es algo muy preocupante, ya que la población no es consciente del problema real que hay o que tienen sus hijos y por lo tanto no ponen remedio, no buscan ayuda ni tratan de corregirlo. Lo más común es pensar que «está regordete», «es fuertote», «es de huesos anchos» o el peor de todos, que «ya dará el estirón». Se trata de una enfermedad, de una enfermedad crónica, de una enfermedad que si no se trata a tiempo, requerirá de tratamiento de por vida, por no hablar de las patologías asociadas que esta conlleva como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, las dislipemias… Así que, antes de creer en alguno de los pensamientos anteriormente descritos, os recomiendo hacer un screening nutricional a vuestros pequeños, para descartar que tengan un exceso de peso y en caso de tenerlo poder poner remedio cuanto antes, reajustando su alimentación y estilo de vida.
- El entorno obesogénico en el que vivimos. Dediqué todo un post a este tema titulado nuestro entorno obesogénico, donde podéis leer más al detalle pero es una simple cuestión de mirar a nuestro alrededor. Tamaños XXL en cadenas de comida rápida, en restaurantes… promociones de comida basura y superflua como la bollería y los dulces, precios altamente reducidos de productos ultraprocesados, máquinas de vending con solamente snacks, refrescos azucarados, zumos… publicidad en todos los medios de productos insanos, incluso utilizando figuras famosas o héroes infantiles… Y lo peor de todo es que no sólo atacan a los adultos sino también a los más pequeños, poniendo a sus dibujos y héroes favoritos en todo tipo de productos desaconsejados e insanos.
Aunque el problema no es que se consuman estos productos, ya que dentro de una alimentación y estilo de vida saludables puede hacerse de manera moderada y ocasional, el problema es que solo nos llegan inputs de estos alimentos y en consecuencia la dieta de los pequeños (y la nuestra) acaba basándose en ellos.
- El exceso de azúcar y grasas de baja calidad que se ingiere. Hay muchos productos y la mayoría enfocados a los niños con altas cantidades de azúcar como son ciertas galletas, cereales del desayuno, snacks, zumos, yogures, postres lácteos, bebidas… que son los causantes de que los niveles de sobrepeso y obesidad no dejen de aumentar, ya que no hacen un consumo moderado de ellos, como acabo de comentar, sino que toda su alimentación está basada prácticamente en los mismos. Deberíamos controlar mucho más la alimentación de los pequeños y conocer qué le estamos dando a nuestros hijos. Está intrínseca la importancia de saber leer el etiquetado nutricional para enterarnos de que les estamos dando de comer a nuestros hijos.
- La falta de actividad física. Los niños cada vez realizan menos actividad física y se pasan más horas frente a una pantalla, ya sea del televisor, tablet, ordenador… Hay que tener en cuenta que ya pasan más de ocho horas sentados en clase, más una o dos en casa para realizar sus deberes, como para que estén después otras tantas frente a una pantalla. Debe fomentarse la actividad física, que practiquen algún deporte o simplemente que vayan al parque a jugar y correr.
- El actual ritmo de vida de los adultos. Es cierto que el ritmo de vida actual nos dificulta mucho poder corregir estas causas. Solemos tener prisa, cosas que hacer, el trabajo, la casa… Solemos acudir a padres, es decir a los abuelos de los pequeños, para que nos echen una mano, los recojan del colegio, les den de comer… a la hora de cenar llegamos tarde y cansados, quizá nuestros hijos ya han cenado pero nos esperan despiertos… Personalmente creo que esto es cierto y difícil de corregir pero no imposible y no puede servir como escusa para sentirnos bien. Es vital que los niños tengan unos horarios, unos hábitos y una rutina. Es muy importante que duerman mínimo 8 horas, aunque ellos implique no verlos por la noche. Es fundamental que realicen alguna actividad extra-escolar o deporte que les mantenga una rutina de actividad física (punto anterior), y es muy importante también que coman en familia y no solos. La conciliación familiar les ayuda a aprender a comer, a sentirse integrados, a sentirse uno más y a no sentirse marginados. En consecuencia es importantísimo que tu alimentación sea saludable, exenta de bebidas azucaradas o alcohólicas y basada en principalmente frutas, verduras, cereales integrales, legumbres… haciendo un consumo moderado y ocasional de los productos procesados.
¿Y, cuál es la solución?
La solución es simple pero compleja a la vez. Es compleja llevarla a cabo por todas las causas que he comentado. Simplemente se trataría de:
- Mejorar la alimentación, pero no solo la de los niños, también la de los adultos por que ya sabéis que los niños son un reflejo de lo que ven. Ya sabéis: basar vuestra dieta en frutas, verduras, hortalizas, legumbres, cereales integrales, frutos secos, carne, pescado y huevos. Y hacer un consumo moderado y ocasional del resto de alimentos: galletas, dulces, bollería, refrescos azucarados, snacks…
- Realizar actividad física a diario, dejando de lado actividades sedentarias como ver la televisión, jugar a videojuegos, navegar por internet…
¿Cómo?
Fomentando unos hábitos de vida saludables en los niños y adultos.
Iniciativas como la llevada a cabo en el año 2005, cuando la Federación de Industrias de Alimentación y bebidas elaboró el Código PAOS, Código de Autorregulación de la Publicidad de Alimentos. El Código PAOS no es más que un conjunto de normas donde se establecen una serie de reglas que sirven de guía para todas aquellas compañías adheridas en el desarrollo, ejecución y difusión de sus mensajes publicitarios cuando estos están destinados a niños menores de doce años.
A principios de 2013 entró en vigor el nuevo Código PAOS por el cual, tanto el Ministerio de Sanidad como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, suscribieron acuerdos con distintas asociaciones relacionadas con la publicidad, la distribución, la hostelería y la restauración, dando un paso adelante y por el que se regula la publicidad de alimentos y bebidas dirigidas a niños y jóvenes de hasta quince años, con el fin de prevenir la obesidad y promover hábitos saludables.
Otra iniciativa que también me parece relevante es la Estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad). Desde su lanzamiento en el año 2005, la Estrategia NAOS desarrolla acciones o intervenciones, en base a la evidencia científica y en todos los ámbitos de la sociedad (familiar, educativo, empresarial, sanitario, laboral, comunitario) que promueven y facilitan opciones a una alimentación variada, equilibrada y a la práctica de actividad física, así como a la información más adecuada para ayudar al consumidor a tomar decisiones y elecciones más saludables en entornos que les permitan la adopción de estilos de vida más saludables y activos. Para ello desde la Estrategia NAOS se fomenta la implicación, sinergia y colaboración de todos los sectores y agentes de la sociedad tanto públicos (CCAA, ayuntamientos, otros ministerios) como privados (industria de alimentos y bebidas, sociedades científicas, organizaciones de consumidores, sectores de distribución y restauración, etc.).
La última y más reciente es la que ha puesto en marcha Nestlé junto al Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Este programa educacional denominado Nutriplato muestra de una manera gráfica y atractiva la proporción de verduras y hortalizas (50%); carne, pescado, huevos y/o legumbres (25%); y cereales integrales y/o tubérculos (25%) que se han de consumir lo más pequeños en cada ingesta (aunque también es aplicable a los adultos o al menos así debería ser). La guía que acompaña el plato, pretende orientar a los padres sobre las cantidades que ha de tomar el niño en función de la edad y ofrecer ideas prácticas con recetas variadas.
Otras opciones para fomentar estos hábitos saludables podrían ser:
- Fomentar la lactancia materna.
- No obligar a los niños a comer, incluyendo los comedores escolares.
- Introducir educación nutricional en colegios e institutos, bien con charlas como con una asignatura.
- Regular la legislación en cuanto a la publicidad dirigidos a los niños.
- Fomentar el consumo de frutas y verduras, promocionándolas en los supermercados, realizando publicidad en distintos medios…
- Crear más espacios verdes y parques, para que puedan salir a correr y jugar sin peligros.
- Desde los ayuntamientos, realizar competiciones o actividades que fomenten la actividad física y una vida activa.
- Habilitar más carriles bici.
- Realizar talleres de cocina y degustación de comida saludable en colegios, institutos, centros de salud pública, centros cívicos…
- Poner a disposición del ciudadano un punto de información sobre alimentación saludable, bien sea en el ayuntamiento, centros de atención primaria, hospitales, farmacias…
- Añadir frutas, frutos secos y agua a las máquinas de vending.
- Crear talleres gratuitos sobre alimentación saludable.