#1. Verano y vacaciones

La llegada del buen tiempo y del verano hace que nuestra vida de un giro de 180º con respecto al invierno. Aparecen mayores ganas de planear quedadas, viajes, salidas… Esto conlleva que nuestros hábitos diarios en mayor medida se vean bastante alterados.

Los niños dejan de ir al colegio, estudiantes sin clases lectivas, jornadas laborales intensivas, mayor tendencia a salir por la noche o acostarse tarde, cambios de horario en los gimnasios, días de playa y piscina, escapadas exprés, vacaciones programadas, bodas, despedidas de soltero/a, bautizos, cenas y comidas en restaurantes… Es decir, ¡mucha más vida social!

Todos estos cambios suelen tener gran repercusión en el estilo de alimentación y en la actividad física de cada persona. No obstante, es importante evitar el descontrol y las restricciones. Pero… ¿Tener una vida social activa es compatible con un estilo de vida saludable? La respuesta claramente es SÍ, y se encuentra en la palabra flexibilidad.

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